Con el objeto de informar al sector laboral acerca del uso de mascarillas frente a la protección contra el coronavirus, a continuación se resumen los distintos tipos de mascarillas de protección frente al riesgo para el cuál han sido diseñadas, de esta forma podremos hacer un uso más eficaz en función a la evaluación del riesgo existente.
Por un lado debemos diferenciar entre mascarillas quirúrgicas y mascarillas como Equipo de Protección Individual.
La mascarilla quirúrgica (norma UNE-EN 14683:2019+AC:2019), normalmente es la que podemos ver en círculos sanitarios. Tiene como objetivo proteger al paciente de una posible contaminación del personal sanitario, y que el aire exhalado sea filtrado lo máximo posible para evitar contaminar a las personas que tenemos cerca.
Este tipo de mascarillas, al no estar diseñadas para filtrar el aire inhalado, no pueden considerarse EPI (Equipo de Protección Individual, de acuerdo con el Real Decreto 773/1997), ya que su finalidad no es filtrar el aire que respiramos, sino filtrar el aire que expulsamos durante la respiración al toser o estornudar. Existen pruebas que desmuestran que esta mascarilla no tendría un ajuste válido para trabajar expuesto a un contaminante.
Por tanto, la mascarilla quirúrgica, por su diseño, es adecuada para evitar que quien la porta pueda contaminar a su entorno, no de evitar protegerse de un contagiado o del entorno. Su tejido recoge las microgotas que podemos exhalar al respirar evitando la propagación del virus mediante la expulsión de partículas o micro gotas de saliva o por la nariz , pero es más difícil que retenga todas las partículas existentes en el ambiente cuando inhalamos, siendo más difícil que su perímetro quede sellado.
Son útiles porque filtran el aire que expulsamos, con lo que previene a las demás personas a que las contagiemos, pero no impiden que la propia persona aspire el virus.
En cambio, la mascarilla que sí es EPI (equipo de protección individual, norma UNE-EN 149:2001 +A1:2009) cumple otros requisitos de control y normas, ya que su finalidad es filtrar el aire inhalado, evitando que los contaminantes entren en nuestro sistema respiratorio.
La más parecida a la mascarilla quirúrgica es la mascarilla autofiltrante FFP (Filtering Face Piece), capaz de filtrar partículas y aerosoles (micro gotas).
Estas mascarillas, en la mayoría de las ocasiones se diseñan con válvulas de exhalación para favorecer la respiración y eliminar el calor de nuestro aliento, tenga en cuenta que la válvula de exhalación permite que el aire sea exhalado directamente al ambiente sin ningún tipo de retención y se podría favorecer, en su caso, la difusión del virus, por lo que será más útil para protegerse de los contagios, no para evitar contagiar.
También existen algunas mascarillas que cumplen las dos normas y permiten su uso como EPI y como mascarilla sanitaria (éstas no disponen de válvula de exhalación) por lo que serían las más adecuadas para no contagiar y no ser contagiados siempre que sean de categoría FFP2 o FFP3.
Podríamos diferenciar entre los siguientes tipos de mascarillas como equipos de protección individual según el tipo/clasificación
FPP1. Presentan un 78% de eficacia de filtración mínima y un 22% de fuga hacia el exterior.
FPP2. Filtran los virus, bacterias y patógenos al 92% y solo tienen un 8% de fuga hacia el exterior. Impiden que se inhalen polvo, aerosoles y humos. Pueden contener o no válvula de exhalación.
Esta es la protección respiratoria generalmente recomendada para el personal sanitario que pueda estar en contacto a menos de 2 metros con casos posibles, probables o confirmados o en su defecto media máscara provista con filtro contra partículas P2 (norma UNE-EN 140:1999). Este tipo de protección respiratoria será también la recomendada cuando la evaluación específica del riesgo así lo requiera.
FPP3. Ofrecen un 98% de eficacia de filtración mínima hacia el interior y un 2% de fuga hacia el exterior. Actúan contra distintos tipos venenosos y tóxicos de polvo, humo y aerosoles. Pueden contener o no válvula de exhalación.
Estas son las recomendadas por personal sanitario cuando de la evaluación de riesgos se derive que en el desarrollo de la actividad se realizan procedimientos asistenciales en los que se puedan generar bio aerosoles en concentraciones elevadas, o en su defecto media máscara provista con filtro contra partículas P3 (norma UNE-EN 140:1999).
Mascarillas N95 / KN95
Son equipos de protección individual adecuados a la normativa de EEUU. A pesar de no estar homologadas en la UE, pueden usarse en caso de no tener alternativa dada la escasez actual de mascarillas homologadas CE. Estas mascarillas filtran un 95% de las partículas y tienen un buen nivel de ajuste a la cara, con lo cual aseguran cierto hermetismo.
Cabe destacar que estos equipos de protección no deben reutilizarse y, por tanto, deben desecharse tras su uso.
En caso de ser medias máscaras reutilizables (norma UNE-EN 140:1999). deben limpiarse y desinfectarse después de su uso. Para ello se seguirán estrictamente las recomendaciones del fabricante y en ningún caso, el usuario debe aplicar métodos propios de desinfección ya que la eficacia del equipo podría verse afectada.
Como resumen, con el fin de evitar contagios, los casos posibles, probables o confirmados deben llevar mascarillas quirúrgicas. En el caso de que llevasen en lugar de una mascarilla quirúrgica una mascarilla autofiltrante, en ningún caso ésta incluirá válvula de exhalación ya que en este caso el aire es exhalado directamente al ambiente y se favorecería, en su caso, la difusión del virus.
Es importante destacar que en ambientes laborales dónde se generen ambientes químicos deberá evaluarse qué tipo de mascarillas de protección individual deberán ser usadas para compatibilizar el riesgo químico y biológico que pueda existir en el ambiente
La mascarilla será la adecuada para el riesgo frente al que nos protegemos, y que se ajuste a nuestras características físicas. Debe ser adecuada a nuestra fisionomía, a nuestro rostro, y debe ajustarse perfectamente para evitar que el aire que pueda estar contaminado pase entre nuestra cara y la mascarilla, eludiendo el material de filtración que evitaría que estuviéramos expuestos al riesgo.
Es muy importante concienciar sobre la comprobación de un buen ajuste en la mascarilla, porque si no ajusta bien no protege. Debemos ser capaces, por tanto, de sensibilizar a los responsables o mandos para que lo tengan en cuenta.
(*) Redactado a partir del documento «PROCEDIMIENTO DE ACTUACIÓN PARA LOS SERVICIOS DE PREVENCIÓN DE RIESGOS LABORALES FRENTE A LA EXPOSICIÓN AL NUEVO CORONAVIRUS (SARS-COV-2)» elaborado por el Ministerio de sanidad en fecha 8 de abril de 2020