Respecto a los riesgos de la automatización y la robótica, prácticamente a la vuelta de la esquina, se puede adoptar una perspectiva pesimista u optimista, ya que no es fácil vaticinar los movimientos de una economía sometida a los avatares que derivan de las decisiones de gobiernos y empresarios dispares entre sí, sin acuerdo y sin regulaciones a nivel mundial.
No obstante, de lo que no parece haber duda es que la cuarta revolución industrial ya se está produciendo, lo cual para los estudiosos de las ciencias del trabajo, es de máximo interés por la repercusión que tendrá en el empleo, la organización de la producción y del trabajo y, por supuesto, en la salud humana, como tal y en la forma de entenderla.
Existe una proliferación de libros de escuelas “tecno-optimistas” y “tecno-pesimistas” que compiten entre sí, pero a corto plazo, aún siendo optimistas, habría que estar preocupados por la polarización del mercado y la perdida del empleo, especialmente de los trabajadores menos cualificados, quedándose corto el término “brecha salarial”, pues la brecha afectaría a todas las condiciones de trabajo, con el mercado laboral dividido en dos clases de trabajadores, los privilegiados y los incondicionales, que aceptarían todo tipo de trato, muy afectados directamente por la desprotección de su salud, seguridad y en su calidad de vida (agravado ello por el paro que podría generar la automatización, si no se ajustan progresivamente los mercados mediante previsiones y políticas adecuadas de reajuste, cualificación y transferencia, requeridas de lo que en este país se carece bastante: observatorios y servicios de empleo eficaces, e I+D).
Este documento, por el contrario, es más bien optimista, anunciándolo de primeras en el propio título, o cuando dice que “Conforme las máquinas realicen cada vez más las actividades predecibles del trabajo, estas capacidades (las creativas) serán más valiosas. La automatización podría hacernos más humanos”, y sobre todo cuando asegura que el PIB mundial lo necesita debido especialmente al declive de la tasa de natalidad a nivel global y al envejecimiento de la población, incluso en algunos países emergentes (a lo que podría añadirse las limitaciones en el empleo y re-cualificación de la fracción en edad de trabajar de tal población en muchos Estados).
Extractamos a continuación la parte del documento que nos parece que mejor resume esa perspectiva positiva (contrasta con este optimismo la realidad de este otro artículo de la revista de la Confederación Intersindical Gallega, páginas 8-10: Leer “La digitalización y el futuro del empleo”…, o este otro sobre la obsolescencia del Dº al respecto: “El aumento de la robótica pondrá en cuestión la legislación”…):
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INCLUSO MIENTRAS GENERA CAMBIOS EN EL EMPLEO, LA AUTOMATIZACIÓN PUEDE DAR UN FUERTE IMPULSO A LA PRODUCTIVIDAD Y AL CRECIMIENTO DEL PIB MUNDIAL
La automatización causará que un número considerable de trabajadores sea desplazado y podrá agravar la brecha que existe entre las habilidades y el empleo de los trabajadores calificados y no calificados. Nuestro análisis del potencial de la automatización también sugiere que muchas profesiones se automatizarán primero parcialmente y luego totalmente, lo que tendrá diferentes implicaciones para los trabajadores calificados y los no calificados. Especialmente para los trabajadores no calificados, este proceso pudiera deprimir sus salarios a menos que la demanda aumente.
Sin embargo, visto desde una perspectiva de largo plazo, como lo mencionamos antes, los cambios estructurales a gran escala en la historia (donde la tecnología ha causado la pérdida de empleos) han sido acompañados por la creación de multitud de nuevos empleos, actividades y tipos de trabajo. Además los mercados de trabajo pueden ser muy dinámicos: casi cinco millones de personas dejan sus empleos cada mes en los EE.UU, de los cuales cerca de tres millones lo hacen voluntariamente. La mayoría de estas personas no quedan desempleados por un largo periodo, ya que se contratan en otros empleos.
Habiendo dicho lo anterior, la automatización también representa una oportunidad substancial para apoyar el crecimiento de la economía mundial. Nuestras estimaciones sugieren que tiene el potencial de contribuir de manera significativa al crecimiento necesario para lograr las aspiraciones de PIB per cápita de todos los países, en un momento cuando los cambiantes aspectos demográficos ponen esas aspiraciones en duda. De hecho, para que este crecimiento ocurra, más que tener un excedente masivo de mano de obra, se necesita que todo mundo siga trabajando (al lado de los robots).
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La automatización podría compensar al menos algunas de estas tendencias demográficas. Estimamos que la inyección a la productividad que aportaría a la economía mundial sería entre el 0.8 y el 1.4 por ciento del PIB mundial al año, suponiendo que la mano de obra humana que fue desplazada por la automatización vuelva a encontrar un empleo y sea tan productiva como en el 2014.
Considerando únicamente el efecto de sustitución de mano de obra, calculamos que para el 2065 la automatización podría potencialmente sumar un crecimiento en productividad de las economías más grandes del mundo (G19 y Nigeria) que equivaldría de 1.1 a 2.3 miles de millones de trabajadores de tiempo completo adicionales (Anexo E8).
El crecimiento en productividad habilitado por la automatización puede garantizar una prosperidad continua en las naciones cuya población está envejeciendo y brindar un impulso adicional a las de rápido crecimiento. La automatización por sí misma no será suficiente para lograr las aspiraciones de crecimiento económico de largo plazo en todo el mundo; para ello se requieren medidas adicionales que den un impulso a la productividad, incluyendo revisar los procesos de negocios o desarrollar nuevos productos y servicios.
© Comentarios previos: Julio Miño Terrancle