Son numerosos este tipo de accidentes, según, entre otros, los datos de UGT que se recogen en el periódico: «El 46,4 por ciento de los accidentes en el trabajo mortales, 32 de los 69 totales, registrados en la región entre el 1 de enero y el 30 de octubre de 2016 se debieron a infartos, derrames cerebrales, ictus y otras patologías no traumáticas».
También son coincidentes con otras fuentes, los datos de que el desenlace fatal o grave se debe a «Factores como carga de trabajo, horarios, trabajo a turnos, estrés laboral, contaminantes químicos y otros muchos factores ligados a las condiciones de trabajo [que] contribuyen al aumento de riesgo cardiovascular».
Lamentablemente, no es fácil su reconocimiento como contingencia profesional, lo cual afecta directamente a su prevención en la empresa, pues «El hecho de que estas enfermedades se consideren como accidente de trabajo, se basan en que ocurran durante el tiempo y en lugar del trabajo. “Sin embargo cuando estas enfermedades afloran fuera del lugar trabajo se hace un hecho casi imposible para el trabajador o familiares demostrar que ha venido derivado de los efectos negativos de una mala organización del trabajo, del estrés provocado en la jornada laboral y de las ampliaciones de los horarios de trabajo entre otros muchos factores”».
Como ACESSLA, UGT Madrid, «cree necesario que los riesgos psicosociales “se hagan visibles” y luchan “cada día” desde hace muchos años para que “dejen de permanecer ocultos en las empresas”. “Debido a que son muchos los trabajadores y las trabajadoras que los sufren, no podemos permitir que queden en un segundo plano”».